martes, 4 de junio de 2019

Hace 13 años hablaba Jorge Rulli en Radio Nacional





El modelo amenaza con acentuarse y los sectores políticos resisten los debates.


El modelo del país productor de forrajes y exportador de petróleo crudo que nos fuera impuesto en los años noventa amenaza ahora con fortalecerse y acentuarse con la producción masiva de Biocombustibles. Esos modelos de rol se complementan con monocultivos forestales para pasta de papel y con los de la minería química a lo largo de la precordillera, configurando de esa manera, el marco de políticas de Estado no confesadas y constituyendo la ecuación básica de las nuevas relaciones de transcolonización de la actual dependencia argentina. Momentáneamente al menos, y pese al esfuerzo de muchos de nosotros que llevamos una prédica persistente acerca de sus impactos sobre las poblaciones, esos modelos no se encuentran en debate ni son parte de las agendas políticas, si bien novedosas movilizaciones populares pugnan insistentemente por instalarlos en los escenarios de la política nacional. No solamente estoy pensando en las asambleas masivas de vecinos contra la mina en los pueblos de la Patagonia, estoy pensando también y muy especialmente en la Asamblea de Gualeguaychú y en el modo realmente sorpredente en que lograron generar un conflicto que arrastró tanto al gobierno argentino como al de Uruguay. Estoy pensando, asimismo, en las movilizaciones indígenas por la tierra y contra las deforestaciones de los bosques nativos en la Provincia del Chaco estoy pensando en los vecinos de Catamarca que comienzan a generar sordos movimientos de resistencia contra la empresa minera Alumbrera y también, en cientos de pueblos de la zona de monocultivos de soja, en los que la organización contra las fumigaciones con agroquímicos crece y se multiplica y comienza a canalizarse tanto en denuncias que irán obligando al poder judicial a tomar posiciones en el tema, cuanto sobre los intendentes a los que se presiona para que determinen algún tipo de gestión y de planificación territorial frente a los monocultivos de soja.

En la medida en que los sectores políticos resisten los debates sobre los grandes temas y sobre los modelos de rol lo que resta del campo de la política sobre el que ellos pueden en verdad operar, tomar decisiones o generar los cambios que la sociedad demanda, espacio que no esté tampoco predeterminado por acuerdos internacionales heredados o supervisado por organismos financieros internacionales, es cada vez mas y mas limitado. Si tal como pretenden algunos altos funcionarios, no nos está permitido hablar del petróleo o de la soja, si no somos capaces de plantearnos siquiera volver a tener la Junta Nacional de Granos, o a la Junta Nacional de Carnes, no solo la política nacional deviene en una especie de pobre nivel municipal de la gestión del Estado, sino que, los grandes problemas que se instalan mediáticamente , tal como ahora el supuesto enfrentamiento con la oligarquía vacuna, corren el riesgo de terminar en el ridículo y desenmascararse como maniobras distractivas de los verdaderos problemas y desafíos irresueltos.

El petróleo, los minerales de la Lumbrera, la soja transgénica y los agro biocombustibles son los motores de un modelo de país que pone énfasis en la explotación y exportación de los recursos naturales y sobre el cual, como sobre la cubierta de un navío, se desarrolla la vida pública de la Argentina... El problema es que el barco lleva su propio rumbo, un rumbo que fijan los mercados internacionales y en especial las grandes corporaciones, y que mientras no se decida modificar esa ecuación profunda de la dependencia argentina, no habrá proyecto nacional que no sea una mentira mas de los discursos políticos ni recobrará la política el rol reparador y fundacional que supo cumplir en otros momentos de la historia.


Lo que decíamos en Estado de Gracia...

Tres años atrás, teníamos nosotros renovadas esperanzas, lamentablemente muchas de ellas han ido desapareciendo. Sin embargo vale recordar lo que escribíamos entonces y me refiero al libro Estado de Gracia/ Julio de 2003: "... en medio de la catástrofe, la población parece haberle concedido al nuevo gobierno... un tiempo de gracia. Se percibe un clima de buena iniciativa y a la vez se percibe de enorme fragilidad... Respetando al tiempo de gracia, asumiendo alegremente el estado de gracia, es preciso ir pensando las condiciones y condicionamientos de proceso que se abrirán fatalmente cuando la realidad, cualquiera que sea, irrumpa. Pues el estado de gracia depende de percibir la delimitación entre el bien y el mal, y no será la primera vez que el supuesto cielo se nos haya poblado y superpoblado de ángeles truchos." Y con cierta ingenuidad de época continuábamos: "...a nivel de políticas de estado, algunos elementos pueden devenir sumamente significativos. A la salida de la catástrofe, dada la abrumadora condición de desocupación, se impone el rediseño poblacional. A la vez, la soberanía alimentaria se impone como condición absoluta para luchar contra el hambre. Si es cierto que no vamos a pagar la deuda con el hambre del pueblo, será cierto que la soberanía alimentaria será un aporte de la lucha contra el hambre. Y el campo juega un papel primordial en esta soberanía alimentaria"

Han pasado tres años desde aquellas reflexiones que hacíamos en Estado de Gracia y debemos confesar que a nuestro criterio se perdieron las grandes oportunidades que parecían propicias en aquel período. Que aunque es verdad que se trató de tender puentes entre la sociedad y el estado, las representaciones política y en particular el parlamente continúan siendo profundamente ilegítimas e inoperantes. Que fue importante renovar la cúpula de la justicia aunque ese nuevo espíritu no haya logrado renovar de raíz el viejo y esclerosado aparato judicial. Que fueron importantes las nuevas políticas en materias de derechos humanos, aunque debemos lamentar que se remitieran al pasado ignorando los crímenes cotidianos de modelos impuestos a espaldas de la población y que practican con impunidad un genocidio de la pobreza, de la vejez y de la sociedad en situación de indigencia o exclusión. Que mas allá de los discursos y las buenas intenciones, no se avanzó un paso siquiera en políticas de renovación del Estado y que esa obstinada timidez frente a las grandes tareas pendientes configura el sorprendente contraste de la persistencia de un estado neoliberal a cargo ahora de una dirigencia que ya no lo es. Que esa dirigencia arrastra una importante limitación, no ha podido resolver su propia historia militarista y mesiánica de los años setenta y que tal vez por ello mismo es incapaz de proponerse una democracia participativa y plural y con un manejo de liderazgos y de los estilos de la política con horizontabilidad, son humildad y a la vez con grandeza.

Reconocer aspectos positivos de este gobierno no nos impide advertir que mas allá de los modelos intocados, y todo lo contrario fortalecidos por pensamientos "progresistas" que le rinden culto a la escala, a la dependencia a insumos y en especial a la Biotecnología, el proyecto político se hace fuerte en la reconstrucción de un hegemonismo político de viejos aparatos partidarios, con todos los vicios propios del clientelismo y del asistencialismo masivo y de la manipulación de la pobreza. Reconocer los aspectos positivos tampoco nos impide reflexionar que en esta complejísima situación que determina en nuestros países la globalización, es harto difícil juzgar lo que es bueno y lo que es malo en la acción de un gobierno, sino tenemos en cuenta como en una gestalt, esos modelos profundos que constituyen la dependencia colonial. Pese a ello y aunque fuera en este caso mas sencillo afirmar que las buenas acciones encubren y legitiman y por lo tanto fortalecen los modelos inconfesos que constituyen el paquete de políticas de estado tampoco podemos dejar de considerar que, los cambios superficiales constantes en el marco de una creciente conflictividad argentina, mas allá de que esos cambios puedan significar un mero maquillaje, en su sumatoria y en su interacción con el hervidero social en que vivimos, desatan fuerzas sociales y alimentan nuevos conflictos, y que la constante incorporación de dirigentes sociales al gobierno abre debates y desata asimismo situaciones de difícil previsibilidad.


Desde miradas de izquierda progresista, ¿pretenden que somos ingenuos?

Como en un destiempo histórico, la masiva coptación por parte del Estado o del funcionariado la incorporación de nuevos sectores políticos en respaldo del gobierno y un cierto pluralismo, aunque realmente mas anunciado que verdadero crean el clima necesario como para imaginar un cierto revival de aquel estado de gracia que viviéramos durante 2003 y en el que se vuelven a depositar algunas expectativas de cambio. Un revival de 2003 en que nuevamente muchos experimentan el sentimiento que una vez más, aunque con extremada moderación, algunos de los cambios que se esperan son posibles... y vuelvo a César Marcos cuando en aquellos años sesenta me decía allá en su departamento de la calle Cangallo: "Cuando muchos comienzan a decir y a repetir que esto se pudre... no hay análisis objetivo posible... ponele la firma que se pudre..."

En este caso no se trata de que se pudre... sino de la belicosidad del Presidente de los argentinos y su hipercatividad nos acostumbra a que cada día nos depara una sorpresa nueva y que en medio del hervidero social, de la fragmentación del espectro de las luchas populares, y en especial de la dinámica que tanto Evo Morales como Chávez le imprimen al proceso latinoamericano, esa corporación política y funcionarial que tantas veces nos ahogara, no sabe bien que "corno" hacer ni cuáles son las referencias del oportunismo político ni las líneas previsibles de un pragmatismo de las derivas políticas a que puedan aferrarse para mantener sus privilegios y a la vez enfrentarnos...

Tal vez algunos quieran en nuestra mirada una cierta ingenuidad ambientalista tal como dice el amigo Verbitzky refiriéndose sin duda al GRR y en especial a estas editoriales, o acaso un optimismo de la voluntad que refleja inocultables características de nuestra generación. Sin embargo, no podemos negar que estamos hablando por la Radio Nacional, que la película Hambre de Soja de Marcelo Viñas se está proyectando en ámbitos oficiales y educativos cada vez mas extensos y que muchos de los discursos de GRR con los que durante años hiciéramos escuela de formación, hoy son incorporados como propios por cuadros de medios del estado y por dirigentes políticos de base, sin que sean mayormente reprimidos. Nacen por todas partes espacios incipientes de debate y muchos de los funcionarios funcionales a las empresas que, hasta ayer habrían respondido a otros desafíos con una mera resolución de cese de tareas. Hoy se ven obligados a justificar sus acciones y a permitir el intercambio de opiniones y el que se pongan en duda las líneas oficiales de acción política y la vigencia de modelos y las ecuaciones del poder que hemos venido denunciando.
No es demasiado pero tampoco podemos como analistas que somos, dejar de advertir los cambios. Mucho más todavía cuando se nos ha solicitado formalmente colaboración por parte del Gobierno de la Provincia de Buenos Aires. Estamos en verdad, viviendo tiempos complejos y no somos capaces nosotros de negarnos a los desafíos ni queremos dejar pasar las oportunidades de revalidar nuestros discursos. Sabemos bien que lo que proponemos es un cambio de paradigmas y que reclamar otra mirada del poder sería una utopía absoluta y no lo hacemos, simplemente continuamos instalando esta propuesta, siéndole leal a la sociedad civil, manteniendo el compromiso de no atarnos a las disciplinas partidarias, de continuar creyendo en la participación y en una democracia plena, y de insistir en la necesidad de un Proyecto Nacional que contemple necesariamente la Soberanía Alimentaria con Justicia Social y el repoblamiento del territorio.
Hoy es cuatro de junio. Sesenta y tres años atrás se cerraba la década infame gracias a un golpe militar nacionalista inspirado por un grupo de activistas del Ejército entre los que se destacaba un joven Coronel casi desconocido, apellidado Perón. El golpe palaciego le cerró el camino a la presidencia de Robustiano Patrón Costa, el siniestro candidato del obraje azucarero y de las potencias triunfantes en la segunda guerra, y significó en la política nacional un verdadero cambio revolucionario, cultural, político y económico, pues se comenzó a desmoronar la dominación británica basada en el sistema del fraude y del negociado como instrumentos del Estado legal del coloniaje que, tan bien habían sabido develarnos Scalabrini Ortíz y en especial Don Arturo Jauretche. Estamos cada día iniciando nuevos desafíos y retomando los viejos caminos de quienes nos guiaron en la historia patria. Nuestro compromiso es no perder de vista aquellos objetivos que nos hemos dado hace muchos años y que son para nosotros como esa estrella que guía al caminante.

Jorge Rulli. Horizonte Sur. Radio Nacional. 4 de junio de 2006

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